Archivo por meses: mayo 2022

Un cuento muy corto, de Ernest Hemingway (con vídeo subtitulado)

En este vídeo os traigo la lectura de un relato breve titulado Un cuento muy corto, del escritor Ernest Hemingway. La vida está llena de sorpresas, alegrías y tristezas, encantos y desencantos, ilusiones y desilusiones, pero la vida es bella.

Un cuento muy corto, de Ernest Hemingway

En las últimas horas de una tarde calurosa lo llevaron a la azotea desde donde podía dominar toda la ciudad de Padua. Las chimeneas se perfilaban sobre el cielo. La noche tardó poco en llegar y entonces aparecieron los proyectores. Los otros bajaron al balcón, llevándose las botellas. Hasta donde estaban Luz y llegaba el bullicio. Luz se sentó en la cama. Estaba fresca y lozana en la noche cálida.

Luz cumplió el servicio nocturno durante tres meses y todos estaban contentos. Ella lo preparó para la operación, y aquel día le dijo en tono de broma: “Si no se porta bien le pondré un enema”. Después vino el anestésico y él no pudo decir disparates en aquel difícil momento. Cuando empezó a utilizar las muletas, solía tomar las temperaturas para que Luz no tuviera que levantarse de la cama. Había pocos pacientes y todos estaban enterados. Todos querían a Luz. Mientras regresaba por los pasillos, pensó en Luz, acostada en su cama.

Antes de que él volviera al frente, los dos fueron a rezar al Duomo. Estaba oscuro y en silencio, y había otras personas orando. Querían casarse, pero no había tiempo suficiente para las amonestaciones y ninguno de los dos tenía la partida de nacimiento. Vivían, en realidad, como marido y mujer, pero deseaban que todos lo supieran para no correr el riesgo de perder esa condición.

Luz le escribió muchas cartas que él recibió después del armisticio. Un día le llegaron al frente quince cartas juntas, y las leyó de cabo a rabo después de clasificarlas por fechas. Le hablaba del hospital y de cuánto lo quería. Le decía que no podía vivir sin él y que, por la noche,  lo echaba mucho de menos.

Después del armisticio acordaron que él volviera a su país para conseguir un empleo que les permitiera casarse. Luz no regresaría hasta que él tuviera un buen trabajo, y entonces se encontrarían en Nueva York. No iba a beber más, por supuesto, y no necesitaría ver a sus amigos ni a nadie en los Estados Unidos. Solamente obtener el empleo y casarse. En el tren que los condujo de Padua a Milán tuvieron una disputa porque la mujer no estaba dispuesta a volver en seguida. Se despidieron con un beso en la estación de Milán, pero el altercado no había concluido. Para él fue muy desagradable decirse adiós de esta forma.

Volvió a América en un barco que zarpó de Génova. Luz regresó a Pordonone, en donde se inauguraba un nuevo hospital. El lugar era solitario y lluvioso, y en la ciudad se hallaba acuartelado un batallón de arditi. Aquel invierno de tanta lluvia y barro, el comandante del batallón hizo el amor con Luz. Era la primera vez que ella conocía a un italiano. Por fin escribió a los Estados Unidos diciendo que lo suyo solamente había sido una chiquillada. Que lo sentía y que se daba cuenta de que él probablemente no podría comprenderlo, pero que quizá algún día la perdonaría y le agradecería aquello, y que esperaba casarse en la primavera siguiente. Que seguía queriéndole, pero que ahora comprendía que lo suyo solamente había sido una cosa de chicos. Que confiaba en que se abriera camino en la vida y que tenía plena confianza en él. Que estaba segura de que así era mejor para los dos.

El comandante no se casó con ella ni en la primavera siguiente ni nunca. Luz no recibió respuesta a la carta que envió a Chicago. Poco tiempo después él contrajo una gonorrea por culpa de una vendedora de la sección de pasamanería de un almacén con la que hizo el amor en un taxi, paseando por Lincoln Park.

Fuente: https://narrativabreve.com/2015/01/cuento-ernest-hemingway-un-cuento-muy-corto.html

La fuente de la juventud, cuento popular japonés (con vídeo subtitulado)

En este vídeo os traigo la lectura del cuento popular japonés titulado La fuente de la juventud. A veces vemos la botella medio llena y a veces medio vacía. Todo depende del agua con la que la llenemos.

La fuente de la juventud, cuento popular japonés

Había una vez un viejo carbonero que vivía con su esposa, que era también viejísima. El viejo se llamaba Yoshiba y su esposa Fumi. Los dos vivían en la isla sagrada de Mija Jivora, donde nadie tenía derecho a morir. Cuando una persona enfermaba la mandaban a la isla vecina, y si por casualidad moría alguien sin síntomas, enviaban el cadáver a toda prisa a la otra ribera.

La isla, la más pequeña del Japón, es también la más hermosa. Está cubierta de pinos y sauces, y en el centro se alza un hermoso y solemne templo, cuya puerta parece que se adentra en el mar. El mar es azul y transparente, y el aire es nítido y diáfano.

Los dos ancianos eran admirados por el resto de la aldea, debido a su resignación y persistencia a la hora de aceptar y superar los avatares de la vida, y al amor mutuo que se habían profesado durante más de cincuenta años.

El suyo, como tantos otros en Japón, había sido un matrimonio concertado por sus padres. Fumi no había visto nunca a Yoshiba antes de la boda, y éste sólo la había entrevisto un par de veces a través de las cortinas, y se había quedado admirado por su rostro ovalado, la gentileza de su figura y la dulzura de su mirada. Desde el día del casamiento, la admiración y adoración fue mutua. Ambos disfrutaron de la alegría de su enlace que se multiplicó con creces con tres hermosos y fuertes hijos, pero ambos también se vieron sacudidos por la tristeza de perder a sus tres hijos, una noche de tormenta en el mar.

Aunque disimulaban ante sus vecinos, cuando estaban solos lloraban abrazados y secaban sus lágrimas en las mangas de sus kimonos. En el lugar central de la casa, construyeron un altar en memoria de los hijos y cada noche llevaban ofrendas y rezaban ante él. Pero últimamente una nueva preocupación había devuelto la congoja a sus corazones. Ambos eran mayores y sabían que ya no les quedaba mucho tiempo. Yoshiba se había convertido en las manos de su esposa y Fumi en sus ojos y sus pies, y no sabían cómo podrían superar la muerte de uno de ellos. ¡Oh, si tuviésemos una larga vida por delante!

Una tarde, Yoshiba sintió la necesidad de volver a ver el lugar donde había trabajado durante más de cincuenta años. Pero al llegar al claro del bosque, y observar los árboles, tan conocidos, se dio cuenta de que había algo nuevo. Tantos años trabajando allí, y nunca se había fijado en que debajo del árbol mayor había un manantial de agua clara y cristalina, que al caer parecía cantar, y su crujido, como el de hojas de papel arrugadas, se mezclaba con el murmullo de las hojas al ser movidas por el susurro de la brisa al atardecer. Yoshiba sintió una terrible sed y se acercó a la fuente. Cogió un poco de agua y bebió. Al rozar sus labios, sintió la necesidad de beber más, pero al ir a cogerla observó su reflejo en el agua y vio que habían desaparecido las arrugas de su rostro, su pelo era otra vez una hermosa y negra cabellera, y su cuerpo parecía más vigoroso y fortalecido. El agua tenía un poder misterioso que lo había hecho rejuvenecer.

Entonces sintió la necesidad de ir corriendo a decírselo a su esposa. Cuando Fumi lo vio llegar no reconoció a aquel mozo que de pronto se acercaba a la casa, pero al estar junto a él observó sus ojos y lo reconoció. Cayó desmayada al recordar sus años de juventud, pero Yoshiba la levantó y le contó lo que había ocurrido en el bosque. Decidió que ella fuese por la mañana, porque ya era de noche y no deseaba que se perdiera.

A la mañana siguiente Fumi se fue al bosque. Yoshiba calculó dos horas, porque aunque a la ida tardaría más por su edad y la falta de fuerza, a la vuelta llegaría enseguida porque habría recuperado su juventud. Pero pasaron dos horas, y tres, y cuatro, y hasta cinco, por lo que Yoshiba empezó a preocuparse y decidió ir él mismo al bosque a buscar a su esposa. Cuando llegó al claro, vio la fuente, pero no encontró a nadie. Entre el murmullo de las hojas y el crujido del agua oyó un leve sonido, como el que hace cualquier cría de animal cuando está solo. Se acercó a unas zarzas, las apartó, y encontró una pequeña criatura que le tendía los brazos. Al cogerla, reconoció la mirada. Era Fumi, que en su ansia de juventud había bebido demasiada agua, llegando así hasta su primera infancia.

Yoshiba la ató a su espalda y se dirigió hacia casa. A partir de entonces, tendría que ser el padre de la que había sido la compañera de su vida.

Fuente: https://narrativabreve.com/2013/11/cuento-popular-japones-fuente-juventud.html

My body – Mein Körper – Mi cuerpo – Vocabulario en inglés, alemán y español (con vídeo subtitulado)

In this video we are going to learn some vocabulary on the parts of the body in English, German and Spanish.

In diesem Video lernen wir Wortschatz um Körperteile auf Englisch, Deutsch und Spanisch.

En este vídeo vamos a aprender vocabulario sobre las partes del cuerpo en inglés, alemán y español.

MY BODY – MEIN KÖRPER – MI CUERPO

my head – mein Kopf – mi cabeza

my hair – mein Haar / meine Haare – mi pelo / mis pelos

my ear / my ears – mein Ohr / meine Ohren – mi oreja / mis orejas

my face – mein Gesicht – mi cara

my forehead – meine Stirn – mi frente

my eyebrow / my eyebrows – meine Augenbraue / meine Augenbrauen – mi ceja / mis cejas

my eyelash / my eyelashes – meine Wimper / meine Wimpern – mi pestaña / mis pestañas

my eye / my eyes – mein Auge / meine Augen – mi ojo / mis ojos

my cheek / my cheeks – meine Wange / meine Wangen – mi mejilla / mis mejillas

my nose – meine Nase – mi nariz

my mouth – mein Mund – mi boca

my lip / my lips – meine Lippe / meine Lippen – mi labio / mis labios

my tooth / my teeth – mein Zahn / meine Zähne – mi diente / mis dientes

my tongue – meine Zunge – mi lengua

my chin – mein Kinn – mi barbilla

my jaw – mein Kiefer – mi mandíbula

my neck – mein Nacken – mi nuca

my back – mein Rücken – mi espalda

my spine – meine Wirbelsäule – mi columna vertebral

my throat – mein Hals – mi cuello

my chest – mein Brust – mi pecho

my belly – mein Bauch – mi barriga

my navel – mein Nabel – mi ombligo

my waist – meine Taille – mi cintura

my shoulder / my shoulders – mein Schulter / meine Schultern – mi hombro / mis hombros

my arm / my arms – mein Arm / meine Arme – mi brazo / mis brazos

my upper arm / my upper arms – mein Oberarm / meine Oberarme – mi parte superior del brazo / de los brazos

my forearm / my forearms – mein Unterarm / meine Unterarme – mi antebrazo / mis antebrazos

my elbow / my elbows – mein Ellbogen / meine Ellbogen – mi codo / mis codos

my wrist / my wrists – mein Handgelenk / meine Handgelenke – mi muñeca / mis muñecas

my hand / my hands – meine Hand / meine Hände – mi mano / mis manos

my thumb / my thumbs – mein Daume / meine Daumen – mi (dedo) pulgar / mis (dedos) pulgares

my finger / my fingers – mein Finger / meine Finger – mi dedo (de la mano) / mis dedos (de las manos)

my nail / my nails – mein Nagel / meine Nägel – mi uña / mis uñas

my hip / my hips – meine Hüfte / meine Hüften – mi cadera / mis caderas

my bottom – mein Hintern – mi trasero

my leg / my legs – mein Bein / meine Beine – mi pierna / mis piernas

my thigh / my thighs – mein Oberschenkel / meine Oberschenkel – mi muslo / mis muslos

my lower leg / my lower legs – mein Unterschenkel / meine Unterschenkel – mi parte inferior de la pierna / de las piernas

my knee / my knees – mein Knie / meine Knie – mi rodilla / mis rodillas

my shin / my shins – mein Schienbein / meine Schienbeine – mi espinilla / mis espinillas

my calf – my calves – meine Wade / meine Waden – mi pantorrilla / mis pantorrillas

my ankle / my ankles – mein Knöchel / meine Knöchel – mi tobillo / mis tobillos

my foot / my feet – mein Fuß / meine Füße – mi pie / mis pies

my heel / my heels – meine Ferse / meine Fersen – mi talón / mis talones

my toe / my toes – mein Zeh / meine Zehe – mi dedo del pie / mis dedos de los pies

And now it is your turn!

Und jetzt seid ihr dran!

¡Y ahora os toca a vosotros y a vosotras!

Los testigos, un cuento de Julio Cortázar (con vídeo subtitulado)

En este vídeo os traigo la lectura del relato titulado Los testigos del escritor Julio Cortázar. Se trata de un curioso relato en el que el mundo está al revés.

Los testigos, un cuento de Julio Cortázar

Cuando le conté a Polanco que en mi casa había una mosca que volaba de espaldas, siguió uno de esos silencios que parecen agujeros en el gran queso del aire. Claro que Polanco es un amigo, y acabó por preguntarme cortésmente si estaba seguro. Como no soy susceptible le expliqué en detalle que había descubierto la mosca en la página 231 de Oliver Twist, es decir que yo estaba leyendo Oliver Twist con puertas y ventanas cerradas, y que al levantar la vista justamente en el momento en que el maligno Sykes iba a matar a la pobre Nancy, vi tres moscas que volaban cerca del cielo raso, y una de las moscas volaba patas arriba. Lo que entonces dijo Polanco es totalmente idiota, pero no vale la pena transcribirlo sin explicar antes cómo pasaron las cosas.

Al principio a mí no me pareció tan raro que una mosca volara patas arriba si le daba la gana, porque aunque jamás había visto semejante comportamiento, la ciencia enseña que eso no es una razón para rechazar los datos de los sentidos frente a cualquier novedad. Se me ocurrió que a lo mejor el pobre animalito era tonto o tenía lesionados los centros de orientación y estabilidad, pero poco me bastó para darme cuenta de que esa mosca era tan vivaracha y alegre como sus dos compañeras que volaban con gran ortodoxia patas abajo. Sencillamente esta mosca volaba de espaldas, lo que entre otras cosas le permitía posarse cómodamente en el cielo raso; de tanto en tanto se acercaba y se adhería a él sin el menor esfuerzo. Como todo tiene su compensación, cada vez que se le antojaba descansar sobre mi caja de habanos se veía precisada a rizar el rizo, como tan bien traducen en Barcelona los textos ingleses de aviación, mientras sus dos compañeras se posaban como reinas sobre la etiqueta «made in Havana» donde Romeo abraza enérgicamente a Julieta. Apenas se cansaba de Shakespeare, la mosca despegaba de espaldas y revoloteaba en compañía de las otras dos formando esos dos insensatos que Pauwels y Bergier se obstinan en llamar brownianos. La cosa era extraña, pero a la vez tenía un aire curiosamente natural, como si no pudiera ser de otra manera; abandonando a la pobre Nancy en manos de Sykes (¿qué se puede hacer contra un crimen cometido hace un siglo?), me trepé al sillón y traté de lidiar más de cerca un comportamiento en el que rivalizaban lo supino y lo insólito.

Cuando la señora Fotheringham vino a avisarme que la cena estaba servida (vivo en una pensión), le contesté sin abrir la puerta que bajaría en dos minutos y, de paso, ya que la tenía orientada en el tema temporal, le pregunté cuánto vivía una mosca. La señora Fotheringham, que conoce a sus huéspedes, me contestó sin la menor sorpresa que entre diez y quince días, y que no dejara enfriar el pastel de conejo. Me bastó la primera de las dos noticias para decidirme -esas decisiones son como el salto de la pantera- a investigar y a comunicar al mundo de la ciencia mi diminuto aunque alarmante descubrimiento.

Tal como se lo conté después a Polanco, vi en seguida las dificultades prácticas. Vuele boca abajo o de espaldas, una mosca se escapa de cualquier parte con probada soltura, aprisionada en un bocal e incluso en una caja de vidrio puede perturbar su comportamiento o acelerar su muerte. De los diez o quince días de vida, ¿cuántos le quedaba a este animalito que ahora flotaba patas arriba en un estado de gran placidez, a treinta centímetros de mi cara? Comprendí que si avisaba al Museo de Historia Natural, mandarían a algún gallego armado de una red que acabaría en un plaf con mi increíble hallazgo. Si la filmaba (Polanco hace cine, aunque con mujeres), corría el doble riesgo de que los reflectores estropeasen el mecanismo de vuelo de mi mosca, devolviéndolo en una de esas a la normalidad con enorme desencanto de Polanco, de mí mismo y hasta probablemente de la mosca, aparte de que los espectadores futuros nos acusarían sin duda de un innoble truco fotográfico. En menos de una hora (había que pensar que la vida de la mosca corría con una aceleración enorme si se la comparaba con la mía) decidí que la única solución era ir reduciendo poco a poco las dimensiones de mi habitación hasta que la mosca y yo quedáramos incluidos en un mínimo de espacio, condición científica imprescindible para que mis observaciones fuesen de una precisión intachable (llevaría un diario, tomaría fotos, etc.) y me permitieran preparar la comunicación correspondiente, no sin antes llamar a Polanco para que testimoniara tranquilizadoramente no tanto sobre el vuelo de la mosca como acerca de mi estado mental.

Abreviaré la descripción de los infinitos trabajos que siguieron, de la lucha contra el reloj y la señora Fotheringham. Resuelto el problema de entrar y salir siempre que la mosca estuviera lejos de la puerta (una de las otras dos se había escapado la primera vez, lo cual era una suerte; a la otra la aplasté implacablemente contra un cenicero) empecé a acarrear los materiales necesarios para la reducción del espacio, no sin antes explicarle a la señora Fotheringham que se trataba de modificaciones transitorias, y alcanzarle por la puerta apenas entornada sus ovejas de porcelana, el retrato de lady Hamilton y la mayoría de los muebles, esto último con el riesgo terrible de tener que abrir de par en par la puerta mientras la mosca dormía en el cielo raso o se lavaba la cara sobre mi escritorio. Durante la primera parte de estas actividades me vi forzado a observar con mayor atención a la señora Fotheringham que a la mosca, pues veía en ella una creciente tendencia a llamar a la policía, con la que desde luego no hubiese podido entenderme por un resquicio de la puerta. Lo que más inquietó a la señora Fotheringham fue el ingreso de las enormes planchas de cartón prensado, pues naturalmente no podía comprender su objeto y yo no me hubiera arriesgado a confiarle la verdad pues la conocía lo bastante como para saber que la manera de volar de las moscas la tenía majestuosamente sin cuidado; me limité a asegurarle que estaba empeñado en unas proyecciones arquitectónicas vagamente vinculadas con las ideas de Palladio sobre la perspectiva en los teatros elípticos, concepto que recibió con la misma expresión de una tortuga en circunstancias parecidas. Prometí además indemnizarla por cualquier daño, y unas horas después ya tenía instaladas las planchas a dos metros de las paredes y del cielo raso, gracias a múltiples prodigios de ingenio, “scotchtape” y ganchitos.

La mosca no me parecía descontenta ni alarmada; seguía volando patas arriba, y ya llevaba consumida buena parte del terrón de azúcar y del dedalito de agua amorosamente colocados por mí en el lugar más cómodo. No debo olvidarme de señalar (todo era prolijamente anotado en mi diario) que Polanco no estaba en su casa, y que una señora de acento panameño atendía el teléfono para manifestarme su profunda ignorancia del paradero de mi amigo. Solitario y retraído como vivo, sólo en Polanco podía confiar; a la espera de su reaparición decidí continuar el estrechamiento del “habitat” de la mosca a fin de que la experiencia se cumpliera en condiciones óptimas. Tuve la suerte de que la segunda tanda de planchas de cartón fuera mucho más pequeña que la anterior, como puede imaginarlo todo propietario de una muñeca rusa, y que la señora Fotheringham me viera acarrearla e introducirla en mi aposento sin tomar otras medidas que llevarse una mano a la boca mientras con la otra elevaba por el aire un plumero tornasolado.

Preví, con el temor consiguiente, que el ciclo vital de mi mosca se estuviera acercando a su fin; aunque no ignoro que el subjetivismo vicia las experiencias, me pareció advertir que se quedaba más tiempo descansando o lavándose la cara, como si el vuelo la fatigara o la aburriera. La estimulaba levemente con un vaivén de la mano, para cerciorarme de sus reflejos, y la verdad era que el animalito salía como una flecha patas arriba, sobrevolaba el espacio cúbico cada vez más reducido, siempre de espaldas, y a ratos se acercaba a la plancha que hacía de cielo raso y se adhería con una negligente perfección que le faltaba, me duele decirlo, cuando aterrizaba sobre el azúcar o mi nariz. Polanco no estaba en su casa.

Al tercer día, mortalmente aterrado ante la idea de que la mosca podía llegar a su término en cualquier momento (era irrisorio pensar que me la encontraría de espaldas en el suelo, inmóvil para siempre e idéntica a todas las otras moscas) traje la última serie de planchas, que redujeron el espacio de observación a un punto tal que ya me era imposible seguir de pie y tuve que fabricarme un ángulo de observación a ras del suelo con ayuda de los almohadones y una colchoneta que la señora Fotheringham me alcanzó llorando. A esta altura de mis trabajos el problema era entrar y salir: cada vez había que apartar y reponer con mucho cuidado tres planchas sucesivas, cuidando no dejar el menor resquicio, hasta llegar a la puerta de mi pieza tras de la cual tendían a amontonarse algunos pensionistas. Por eso, cuando escuché la voz en el teléfono, solté un grito que él y su otorrinolaringólogo calificarían más tarde severamente. Inicié entonces un balbuceo explicativo, que Polanco cortó ofreciéndose a venir inmediatamente a casa, pero como los dos y la mosca no íbamos a caber en un pequeño espacio, entendí que primero tenía que ponerlo en conocimiento de los hechos para que más tarde entrara como único observador y fuera testigo de que la mosca podía estar loca, pero yo no. Lo cité en el café de la esquina de su casa, y ahí, entre dos cervezas, le conté.

Polanco encendió la pipa y me miró un rato. Evidentemente estaba impresionado, y hasta se me ocurre que un poco pálido. Creo haber dicho ya que al comienzo me preguntó cortésmente si yo estaba seguro de lo que le decía. Debió convencerse, porque siguió fumando y meditando, sin ver que ya no quería perder tiempo (¿y si ya estaba muerta, y si ya estaba muerta?) y que pagaba las cervezas para decidirlo de una vez por todas.

Como no se decidía me encolericé y aludí a su obligación moral de secundarme en algo que sólo sería creído cuando hubiera un testigo digno de fe. Se encogió de hombros, como si de pronto hubiera caído sobre él una abrumadora melancolía.

-Es inútil, pibe -me dijo al fin-. A vos a lo mejor te van a creer aunque yo no te acompañe. En cambio a mí…

-¿A vos? ¿Y por qué no te van a creer a vos?

-Porque es todavía peor, hermano -murmuró Polanco-. Mirá, no es normal ni decente que una mosca vuele de espaldas. No es ni siquiera lógico si vamos al caso.

-¡Te digo que vuela así! -grité, sobresaltando a varios parroquianos.

-Claro que vuela, así. Pero en realidad esa mosca sigue volando como cualquier mosca, sólo que le tocó ser la excepción. Lo que ha dado media vuelta es todo el resto -dijo Polanco-. Ya te podés dar cuenta de que nadie me lo va a creer, sencillamente porque no se puede demostrar y en cambio la mosca está ahí bien clarita. De manera que mejor vamos y te ayudo a desarmar los cartones antes de que te echen de la pensión, no te parece.

Fuente: https://ciudadseva.com/texto/los-testigos/

FURNITURE – MÖBEL – MOBILIARIO – Vocabulario en inglés, alemán y español (con vídeo subtitulado)

In this video we are going to learn some vocabulary on furniture in English, German and Spanish.

In diesem Video lernen wir Wortschatz um Möbel auf Englisch, Deutsch und Spanisch.

En este vídeo vamos a aprender vocabulario sobre el mobiliario en inglés, alemán y español.

FURNITURE – MÖBEL – MUEBLES

In the corridor – Im Flur – En el pasillo:

shoerack – der Schuhschrank – el zapatero

coat stand – die Wandgarderobe – el perchero

mirror – der Wandspiegel – el espejo de pared

umbrella stand – der Schirmständer – el paragüero

In the living room – Im Wohnzimmer – En la sala de estar:

sofa / couch – das Sofa / die Couch – el sofá

corner sofa – das Ecksofa – el sofá rinconera

armchair – der Sessel – el sillón

coffee table – der Couchtisch – la mesilla de tresillo

stool – der Hocker – el taburete

television – der Fernseher – el televisor

TV stand – der Fernsehtisch – la mesa del televisor

TV unit – der Fernsehschrank – el mueble del televisor

shelf – das Regal – la estantería

living room console – die Wohnwand – el mueble de salón / pared

ceiling light – die Deckenlampe – la lámpara de techo

pendant lamp – die Hängelampe – la lámpara colgante

standard lamp – die Stehlampe – la lámpara de pie

ventilator – der Ventilator – el ventilador

heating – die Heizung – el radiador / la calefacción

picture / painting – das Bild / Das Gemälde – el cuadro / la pintura

cushion – das Kissen – el cojín

carpet – der Teppich – la alfombra

In the dining room – Im Esszimmer – En el comedor:

dining table – der Esstisch – la mesa de comedor

chair – der Stuhl – la silla

glass cabinet – die Vitrine – la vitrina

In the kitchen – In der Küche – En la cocina:

kitchen cupboard – der Küchenschrank – el mueble de cocina

wall-cupboard – der Hängeschrank – el armario suspendido

kitchen unit – die Küchenzeile – la cocina completa

work surface – die Arbeitsfläche – la encimera

sink – das Spülbecken – el fregadero

tap – der Hahn – el grifo

stove – der Herd – la cocina

ceramic hob – das Kochfeld – la placa de cocina

oven – der Backofen – el horno

extractor hood – die Dunstabzugshaube – la campana extractora

refrigerator – der Kühlschrank – el frigoríco

dishwasher – der Geschirrspüler – el lavavajillas

microwave – die Mikrowelle – el microondas

washing machine – die Waschmaschine – la lavadora

dryer – der Wäschetrockner – la secadora

water heater – die Wasser-Heizung – el calentador de agua

In the bathroom – Im Badezimmer – En el cuarto de baño:

shower – die Dusche – la ducha

shower curtain – der Duschvorhang – la cortina de ducha

bath tub – die Badewanne – la bañera

washbasin – das Waschbecken – el lavamanos

towel rail – die Handtuchstange – el colgador de la toalla

towel rack – der Handtuchhalter – el toallero

bathroom mirror – der Badspiegel – el espejo de baño

mirror cabinet – der Spiegelschrank – el armario con espejo

bathroom cabinet – der Badschrank – el armario de baño

bathroom shelves – die Badregale – las estanterías de baño

linen basket – der Wäschekorb – la cesta de la colada

bathmatt – die Badematte – la alfombrilla de baño

toilet / loo – die Toilette / das Klo – el retrete

In the bedroom – Im Schlafzimmer – En el dormitorio:

double bed – das Doppelbett – la cama doble

single bed – das Einzelbett – la cama individual

bunk bed – das Etagenbett – la cama litera

mattress – die Matratze – el colchón

bedlinen – die Bettwäsche – la ropa de cama

blanket – die Bettdecke – la manta

pillow – das Kopfkissen – la almohada

bedside table – der Nachttisch – la mesa de noche

bedside lamp – die Nachttischlampe – la lámpara de noche

alarm clock – der Wecker – el despertador

chest of drawers – die Kommode – la cómoda

wardrobe – der Kleiderschrank – el ropero

rug – die Fußmatte – la alfombrilla

In the study – Im Arbeitszimmer – En el estudio:

desk – der Schreibtisch – el escritorio

swivel chair – der Drehstuhl – la silla giratoria

paper basket / bin – der Papierkorb – la papelera

table lamp – die Tischlampe – la lámpara de mesa

computer – der Computer – el ordenador

telephone – das Telefon – el teléfono

bookshelf – das Bücherregal – la estantería para libros

music system – die Musikanlage – el equipo de música

radio – das Radio – la radio

On the balcony and terrace – Auf dem Balkon und der Terrasse – En el balcón y la terraza:

balcony table and chairs – der Balkontisch und die Balkonstühle – la mesa y las sillas de balcón

folding table and chairs – der Klapptisch und die Klappstühle– la mesa y las sillas plegables

outdoor patio umbrella – der Balkonschirm – la sombrilla para el balcón

sun lounger – die Liege – la tumbona

clothes horse – der Wäscheständer – el tendedero

plants and flowers – die Pflanzen und Blumen – las plantas y las flores

And now it is your turn!

Und jetzt seid ihr dran!

¡Y ahora os toca a vosotros y a vosotras!

What furniture do you have in your house or in your flat?

What furniture do you have in your living room, in your kitchen or in your bedroom?

Welche Möbel habt ihr in eurem Haus oder in eurer Wohnung?

Welche Möbel habt ihr in eurem Wohnzimmer, in eurer Küche oder in eurem Schlafzimmer?

¿Qué muebles tenéis en vuestra casa o en vuestro apartamento?

¿Qué muebles tenéis en vuestra sala de estar, en vuestra cocina o en vuestro dormitorio?